Algo que me dijo Dios:
Escucha, mi siervo, a quien yo he elegido, descendiente de mi amigo Abraham:
yo te saqué del extremo de la tierra, te llamé desde el rincón más alejado
y te dije: Tú eres mi siervo. Yo te elegí.
No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios.
yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.
Buscarás a tus enemigos y no los encontrarás; los que te hacen la guerra serán como si no existieran.
Porque yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano; yo te he dicho: No tengas miedo, yo te ayudo.
El Señor afirma: por pequeño y débil que seas, no tengas miedo; yo te ayudo. Yo, el Dios Santo, soy tu redentor.
Haré de ti un instrumento de trillar, nuevo y con buenos dientes; trillarás los montes, los harás polvo, convertirás en paja las colinas.
Los aventarás y el viento se los llevará; el huracán los desparramará. Entonces tú te alegrarás en el Señor, estarás orgulloso del Dios Santo de Israel.
Aquí está mi siervo, a quien sostengo, mi elegido, en quien me deleito.
He puesto en él mi espíritu para que traiga la justicia a todas las naciones.
No gritará, no levantará la voz, no hará oír su voz en las calles,
no acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente.
Verdaderamente traerá la justicia.
No descansará ni su ánimo se quebrará, hasta que establezca la justicia en la tierra.
Los países del mar estarán atentos a sus enseñanzas.
Dios, el Señor, que creó el cielo y lo extendió, que formó la tierra y lo que crece en ella,
que da vida y aliento a los hombres que la habitan, dice a su siervo:
Yo, el Señor, te llamé y te tomé por la mano, para que seas instrumento de salvación;
yo te formé, pues quiero que seas señal para con el pueblo, luz de las naciones.
Quiero que des vista a los ciegos y saques a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad.
Miren cómo se cumplió todo lo que antes anuncié, y ahora voy a anunciar cosas nuevas;
se las hago saber a ustedes antes que aparezcan.
Que den gloria al Señor y proclamen su alabanza en los países del mar.
El Señor saldrá como un héroe y luchará con ardor como un guerrero; alzará la voz, dará el grito de batalla y derrotará a sus enemigos.
El Señor dice: Por mucho tiempo me quedé callado, guardé silencio y me contuve;
pero ahora voy a gritar como mujer de parto, gimiendo y suspirando.
Voy a destruir montañas y colinas, y a dejar seca toda su vegetación;
voy a convertir los ríos en desiertos y a dejar secas las lagunas.
Llevaré a los ciegos por caminos y senderos que no conocían. Convertiré la oscuridad en luz delante de ellos, y en terreno llano los lugares quebrados. Estas cosas las haré sin falta.
Pero siervo mío, el Señor que te creó te dice: No temas, que yo te he libertado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío.
Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás;
si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no arderán en ti.
Pues yo soy tu Señor, tu salvador, el Dios Santo. Yo te he adquirido; he dado como precio de tu rescate a mi mismo derramando mi sangre por ti en la cruz
porque te aprecio, eres de gran valor y yo te amo. Para tenerte a ti y para salvar tu vida yo actúo con mi poder.
No tengas miedo, pues yo estoy contigo. Desde oriente y occidente haré volver a tu gente para reunirla.
Diré al norte: ¡Devuélvelos!, y al sur: No te quedes con ellos. Trae a mis hijos y mis hijas
desde lejos, desde el extremo del mundo,
El Señor afirma: Ustedes son mis testigos, mis siervos, que yo elegí para que me conozcan y confíen en mí y entiendan quién soy. Antes de mí no ha existido ningún dios, ni habrá ninguno después de mí.
Solo yo soy el Señor; fuera de mí nadie puede salvar.
Escúchame ahora, mi pueblo mi siervo, mi elegido.
yo soy el Señor, tu creador, que te formó desde antes de nacer y que te ayuda.
No temas, mi siervo, mi elegido,
porque voy a hacer que corra agua en el desierto, arroyos en la tierra seca. Yo daré nueva vida a tus descendientes, les enviaré mi bendición.
y crecerán como hierba bien regada, como álamos a la orilla de los ríos.
El Señor, el rey y redentor de su pueblo, el Señor todopoderoso, dice:
Yo soy el primero y el último; fuera de mí no hay otro dios.
¿Quién hay igual a mí? Que hable y me lo explique. ¿Quién ha anunciado desde el principio el futuro, y dice lo que está por suceder?
Pero, ¡ánimo, no tengan miedo! yo así lo dije y lo anuncié desde hace mucho, y ustedes son mis testigos. ¿Hay acaso otro dios fuera de mí? No hay otro refugio; no conozco ninguno.
¡Recuerda cuánto te amo y todo lo que hago e hice por ti!
Jesús.
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