La vida cristiana debe ser un continuo desarrollo a semejanza de la vida física. La diferencia entre ambas es que la primera llega a un punto máximo de crecimiento, después del cual comienza a decaer y morir, mientras que la vida espiritual puede y debe continuar creciendo indefinidamente.
El discipulado es un continuo progresar hacia la madurez espiritual, por medio de la cual tu vida dé los mejores frutos para gloria de Dios. Hebreos 6:1 dice: "Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección. ..."
Filipenses 3:12-14 dice: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto (maduro); sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús"
Dios es fuente inagotable de amor y bendiciones. Su Palabra es fuente inagotable de revelación y sabiduría. La vida cristiana es inagotable en cosas nuevas, descubrimientos, emociones. Pero por sobre todas las cosas, es el continuo beber de esa fuente inagotable de amor, bendiciones, revelación y sabiduría, que es Dios mismo, lo que nos va llevando a la madurez.
En la Biblia los conceptos de madurez y perfección son sinónimos. La perfección que Dios demanda a sus hijos no es la ausencia de imperfección, porque ello es una cualidad que sólo El la puede tener. Pero sí demanda el caminar constantemente hacia esa perfección. La madurez es llegar a esa estabilidad en la dirección de nuestra vida, tal como lo afirma Pablo en Efesios 4:13-15, en que describe el fruto del ministerio de la Iglesia como el lograr que "todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo".
Esta es la propuesta de Dios para ti y para mí. Y lo más hermoso es que... nos ha dado los recursos para lograrlo: su Espíritu Santo en nosotros, su Palabra revelada, y abundancia de su gracia y amor.
Obedece a Dios cada momento. "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él" (Juan 14:21).
Habla a otros de lo que Cristo ha hecho y hace por ti. Comparte con otros del maravilloso amor de Dios, que también es para ellos.
Ahora puedes leer la Lección 41.
Dios te bendiga.
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