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EL GOZO DE ENCONTRAR A JESÚS

Capítulo 1- El hombre que cambió la historia

Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre- Jesucristo

Me gustaría plantearle una pregunta que he hecho a millones de personas en todo el mundo; a personas de todas las religiones: ¿Quién, en su opinión, es la personalidad más sobresaliente de todos los tiempos? ¿Quién es el líder más grande? ¿Quién es el maestro más grande? ¿Quién le ha hecho el bien más grande a la humanidad y ha vivido la vida más santa?

Visite cualquier parte del mundo actual, hable con personas de cualquier religión, o que no pertenecen a ninguna. No importa cuan comprometidos puedan estar con una religi6n en particular, si conocen algo de los hechos, admitirán que nunca ha habido un hombre que haya caminado en el planeta tierra comparable a Jesús de Nazareth.

Sin duda alguna, su personalidad es única en todos los tiempos: un hombre que cambió el curso de la historia tan dramáticamente que nada quedó intacto a su influjo. En casi todos los países del globo, la página principal de los periódicos lo destacan, ello se debe a que cada fecha se establece a partir del día de su nacimiento hace mas de dos mil años.

Cientos de años antes del nacimiento de Jesús, las Escrituras registraron las palabras de los grandes profetas de Israel que profetizaban su venida. El Antiguo Testamento, escrito por muchos hombres y mujeres en un lapso de quince siglos, contiene más de trescientas profecías, en las que se detalla su venida, nacimiento, muerte y resurrección.

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La vida que Jesús llevó, los milagros que realizó, las palabras que predicó, su muerte en la cruz, su resurrección, su ascensión al cielo; todo esto señala el hecho de que él no era simplemente un hombre.

En Juan 10:30 Jesús dijo: «El Padre y yo somos uno». Y en Juan 14:6 está escrito que Jesús dijo «Nadie llega al Padre sino por mí». También dice: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» Juan 14:9.

¡Estas son afirmaciones atrevidas! Este hombre no era solo un gran hombre; él era Dios encarnado. ¿Quién puede comprender tal cosa?

Averigüe sobre la vida y la influencia de Jesucristo y notará que su mensaje siempre produce un gran cambio en la vida de la gente y de las naciones. A cualquier lugar que ha llegado su mensaje la esclavitud ha sido abolida. Se han decretado leyes sobre el trabajo infantil. Se han establecido instituciones de enseñanza superior. Se han construido hospitales. La santidad del matrimonio se ha reconocido, así como los derechos de las mujeres. Y se han hecho otra gran cantidad de cambios por el bien de la humanidad.

No solamente no ha existido nadie como el incomparable Jesús, sino que nadie mas ha cambiado tan dramáticamente tantas vidas, causado tantas trasformaciones o impactado tantos continentes y culturas. El mismo calendario que rige nuestras vidas se define por su breve vida, el cual se basa en «el año de nuestro Señor». Grandes descubrimientos de nuevas tierras han sido causados por misioneros en búsqueda de otras personas y pueblos a quienes hablar1es sobre él. Movimientos sociales, avances educativos, y la abolición de la esclavitud han sido estimulados por hombres y mujeres transformados por este galileo sin igual.

clip_image002Claramente, él es el motor de los últimos dos milenios de este mundo. Los historiadores no discuten esto. El mundo fue transformado para siempre aquella mañana, cuando se escuchó por primera vez el llanto de un niño en un pesebre improvisado, en una ciudad remota de una nación oprimida y cautiva. Al vivir como un humilde aldeano, cuando adulto no ocup6 ningún trono; ninguno terrenal, al menos, sino que l vivió como un hombre del pueblo.

Aun más, el verdadero poder de 1 su nombre se destinó para derrocar al imperio más extendido y sólido del mundo que halla existido alguna vez, el Imperio Romano. A pesar de que Jesús nunca atravesó los límites de su pequeño territorio, su mensaje llegaría a cada rincón del mundo. El nunca escribió un libro, con todo, sus palabras son las más conocidas y estudiadas del mundo. Se conoce relativamente poco sobre su vida, solo las obras y palabras provenientes de unos pocos meses de los treinta y tantos años que vivió; sin embargo, se han escrito más libros l sobre él que de cualquier otro ser humano que haya vivido.

Su maravillosa luz penetra las tinieblas de cada siglo y de cada rincón de nuestro mundo. No obstante, a veces la luz solar es demasiado poderosa para los ojos humanos, entonces evaluamos su brillo por su iluminación de todo lo que toca. De la misma manera, al examinar su impacto en la vida de cada individuo, podemos comprender la grandeza de Jesús.

Vidas brillantes

Permítame contarle una historia, Había un hombre llamado Lew Wallace, quien era un famoso general y un genio literario. Había laborado como gobernador de Nuevo México.

El general Wallace era además un ateo declarado. Un día, su amigo Robert Ingersoll propuso una idea. ¿Por qué no escribes un libro que pruebe que Jesús nunca existió? ¿Por qué no demostrar que el cristianismo, la principal fe del mundo, se basa en un mito? «Sería una pieza maestra», dijo Ingersoll, «y una forma de acabar con la estupidez de la existencia del supuesto Cristo».

Esta idea le pareció genial al general Wallace, así que se dirigió a la biblioteca a iniciar su investigación, El general se comprometió con este ambicioso proyecto por dos años. Investigó y estudió en las principales bibliotecas de Europa y América. ¿Su objetivo? Encontrar información que destruyera de mía vez el cristianismo y demostrar que sabía que era una farsa.

Pero algo falló en su plan. N o había escrito mucho del segundo capítulo cuando sucedió algo angustioso. Su investigación logró lo opuesto a lo que esperaba: en realidad le dio una evidencia sólida e irrefutable de que Jesucristo era el Hijo de Dios. Su integridad intelectual lo forzó a reconocer que Jesucristo era histórico así como Julio Cesar o Sócrates.

Jesús era verdadero; la evidencia estaba clara. Y las implicaciones eran aun más sorprendentes: Si este hombre en verdad era real, lo era también su señorío. Solo podía ser un mito o ser un Maestro, no ambas cosas. Aquí no hay término medio.

Estaba claro para Wallace que Jesucristo no era un mito. El general cayó inmediatamente de rodillas y gritó: «Mi Señor y mi Dios».

«Hacia el amanecer la luz quebrantó mi alma», escribió más tarde, «Entré a mi habitación, desperté a mi esposa y le dije que había recibido a Jesús como mi Señor y Salvador». Ella sonrió y le dijo que lo que había sucedido no era más que la- respuesta a su oración. Había orado para que su esposo fuera como Saulo de Tarso, quien comenzó lanzando piedras y terminó entregando su vida al Salvador.

Como usted verá, Saulo, quien llegó a ser conocido como el apóstol Pablo, cayó en cuenta de que si las personas con seriedad y honestidad buscaran llegar a fondo en el tema de Jesús, inevitablemente se inclinarían ante él como su Señor. Por ejemplo, Pablo predicaba a los habitantes de Berea, quienes «recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba. Muchos de los judíos creyeron, y también un buen número de griegos, incluso mujeres distinguidas y no pocos hombres» (Hechos 17:11-12).

El general Wallace no solamente se hizo cristiano, sino que mas tarde, de hecho escribió un gran libro, una pieza maestra, tal como lo predijo Ingersoll.

clip_image003La llamó Ben-Hur: A Tale of the Christ. Es un bello y devoto trabajo, una de las grandes novelas que se han escrito concernientes a la vida y época de Cristo, en la cual Wallace testifica el conocimiento que había adquirido de Jesús, del Jesús auténtico.

He aquí otra historia de la vida real sobre un joven abogado llamado Frank Morrison. El se planteó, específicamente, refutar la resurrección de Cristo. Sin embargo, al examinar la evidencia histórica, cayó precisamente en la conclusión opuesta; una por una, cada teoría que pudiera emplearse para negar la resurrección, fue quitada de en medio. Finalmente, Morrison concluyó que verdaderamente Jesús había resucitado. Para Morrison, también, hubo implicaciones en su propia vida que no podía pasar por alto. Entonces, él también, se inclinó ante su Señor y Salvador y completó un libro muy diferente del que había decidido escribir en principio. Se denominó: ¿Quién movió la piedra? Esta obra permanece hasta hoy como una clásica y persuasiva defensa de la resurrección Pascual de Nuestro Señor.

¿Busca aún el hombre sabio a Jesús?

Se nos cuenta que cuando Jesús nació, unos hombres del Oriente viajaron grandes distancias para ver al niño y para conocer la verdad. A esos hombres los conocemos como los sabios y me alegra decir que hombres y mujeres sabios de hoy todavía investigan las afirmaciones de Jesús. Y, al igual que estos antiguos intelectuales, se inclinan ante él como su Señor.

Verá usted, los escépticos no pueden estar más equivocados en su suposición de que únicamente las personas sencillas siguen a Cristo. No es verdad que los científicos y los estudiosos deben negar cualquier creencia en milagros o en lo sobrenatural. Si profundizaran un poco en la historia de sus propios campos de investigación, descubrirían que muchos de los hombres y de las mujeres mas brillantes han puesto su vida ante Jesucristo, quien dice: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» Juan 14:6. Genios como Isaac Newton y Blaise Pascal, fundadores de teorías matemáticas y científicas completas, sabían que él era verdadero, tan cierto como cualquier ecuación que pudieran inventar.

De manera similar, el extinto C. S. Lewis, un profesor de la Universidad de Oxford, fue un agnóstico declarado. Él negó la deidad de Cristo durante muchos años. Pero, eventualmente, él también se sometió a Jesús como su Señor y Salvador después de estudiar la apabullante evidencia de la deidad de Cristo. Tal como llegó a comprender, el Señor lo había perseguido hasta que no tuviera otra opción que rendirse a el completamente. Franqueza intelectual se requirió para que él admitiera que Dios existe. A partir de ahí, Lewis se sintió forzado a seguir el camino del razonamiento, hasta que llegó a la conclusión de que ese Dios solo podía conocerse por medio de su hijo Jesucristo. Posteriormente, este hombre dedicó gran parte del resto de su vida a escribir libros, para ayudarle al mundo a llegar a la misma conclusión. En su libro, Mere Christianity, hizo esta famosa declaración:

clip_image004Un hombre que es solamente un hombre y dice el tipo de cosas que Jesús dijo no sería un gran maestro de la moral. Sería un lunático, en el nivel de un hombre que se cree un huevo hervido, o bien sería Satanás. Usted debe decidir: o una u otra: era y es el Hijo de Dios o bien un loco o algo peor. Usted puede gritarle como a un tonto, puede escupirlo y matarlo como a un demonio, o puede caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no vengamos con condescendencias insensatas de que era un gran maestro humano. Él no nos dejó esa opción. Así no lo propuso.

No tenemos una opción disponible para descartar a Jesús como un maestro elocuente, como tantos en el mundo lo hacen. El general Wallace y Frank Morrison reconocieron este mismo principio. Él era el Hijo de Dios, tal como él lo afirmó, o bien, era alguien indigno de discusión.

¿Por qué? Porque él no entregó simplemente pensamientos edificantes en sus enseñanzas. El proclamó ser Dios encarnado, el Señor del universo. Ningún simple maestro respetable hubiera dicho tal cosa. Hay, por consiguiente, tres opciones de su identidad. El era un lunático o un mentiroso, o era, por predestinación, quien se había proclamado ser: el Señor y Maestro de la creación.

John Singleton Copley, reconocido como una de las más grandes mentes en el ámbito legal de la historia británica, comentó: «Conozco muy bien lo que es la evidencia, y le diré que la evidencia de la resurrección nunca ha sido destruida».

No he llegado a conocer a una persona que haya considerado sinceramente la apabullante evidencia concerniente a Jesús de Nazareth y que no admita que él es el Hijo de Dios. Las personas no creyentes a menudo admiten que no han dedicado tiempo a la lectura de la Biblia, o a considerar los hechos históricos referentes a Jesús.

El general Wallace lo hizo, puso a un lado su lapicero y sus dudas. El corazón de Frank Morrison se abrió igual que la tumba que había investigado. Igualmente C.S. Lewis gastó el resto de su vida y los vastos recursos de su intelecto ayudando a la gente a percibir con claridad la verdad de Jesús.

Una calle de doble vía

Toda la creación testifica que Jesús es el Señor. Pablo escribió: «El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra» Colosenses 1:15-16.

Se nos está dando, además, una maravillosa esperanza para el futuro: «Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto la del cielo como las de la tierra» Efesios 1:9-10.

clip_image005¿Quién es Jesús de Nazareth para usted? Su respuesta a esta pregunta afecta su vida en la tierra y su vida por toda la eternidad. Ponga a un lado al Buda del budismo, a Mahoma del Islam y de la misma forma, excluya a otros fundadores de su religión, y se producirá un ligero cambio. Pero excluya a Jesús del cristianismo y no quedará nada. Verá, el cristianismo no es filosofía o moral, es una relación personal y dinámica con un Salvador resucitado y vivo. Cualquier persona que le diga algo diferente, le está dando una despreciable falsificación de la verdad. Aléjese de ese tipo de cristianismo. Porque sin Jesús, el Salvador que murió por nuestros pecados y después se levantó del sepulcro y vive hoy, el cristianismo sería peor que cualquier otra cosa.

Ninguna otra religión proclama que su fundador se ha levantado de la muerte. El cristianismo es único a este respecto. y cualquier argumento de su validez se levanta y descansa en la resurrección de Jesús de Nazareth. Muchos grandes eruditos han creído y creen en la resurrección. Después de examinar la evidencia de la resurrección de Jesús dada por los escritores de los Evangelios, el extinto Simon Greenleaf, una autoridad en jurisprudencia de la Escuela de Leyes de Harvard, llegó a esta conclusión: «Era por consiguiente imposible, que ellos (refiriéndose a los apóstoles), hubieran podido persistir en afirmar la verdad que' narraban, si Jesús en realidad no se hubiera levantado de los muertos y ellos no hubieran conocido tales hechos como ciertamente conocían cualquier otro hecho». 3

Se me estremece el alma al decirle que cuando usted conoce a (Jesús, su vida será hecha nueva totalmente. No estamos hablando sobre algún patrón vacío de un ritual religioso. La fe en Cristo no es una religión del todo. Es una amistad paso a paso y dinámica con el Señor de la eternidad. Conocerlo a él es tan real como conocer a algún miembro de la familia o a un amigo, y es aun más satisfactorio para el alma. Gracias a la resurrección de Jesús, sus ~/f seguidores no tendrán que simplemente cumplir con un código moral de un fundador muerto, sino más bien tenemos un contacto vital, dinámico e íntimo con un Señor vivo. Jesucristo vive hoy, y espera con ansias trabajar en las vidas de aquellos que confían y le obedecen.

De hecho Pablo dijo: «Porque para mí el vivir es Cristo» Filipenses 1:2. Él es todo para mí y espero que sea todo para usted.

Oro para que ahora mismo usted sienta el susurro del amoroso Espíritu de Dios, diciendo: «Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian» Salmo 34:8.

El salmista también nos insta: «Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él y él actuará» Salmo 37:4-5.

Las promesas de Dios son absolutas. Están inscritas en los fundamentos de la eternidad, porque él no miente. Y él le ha prometido en estos dos pasajes que cuando usted prueba el gozo infinito del Señor y cuando usted se deleita en él, los deseos más profundos de su corazón se cumplirán. ¿Puede usted imaginar una perspectiva más emocionante que esa?

Usted descubrirá rápidamente, así como yo lo hice hace algunos años, que conocer a Jesús es amarlo. Tal como hemos visto en este capítulo, él es la respuesta a cada pregunta que pueda hacer un alma anhelante. Pero descubriremos que es mucho más que eso. Él y solamente él satisfará cada necesidad de su corazón. El y solo él le dará un plan y un propósito a su vida. Él, y únicamente él, es su destino eterno, cuando admire la gloriosa vida celestial en la que podrá contemplarlo cara a cara.

El descubrimiento de la vida

Para cerrar este capítulo, le pediré que haga dos cosas. Primero, tenga el valor suficiente para responder las preguntas, así como lo hicieron los grandes hombres a quienes nos referimos. ¿Cuáles preguntas tiene acerca de Jesús? ¿Tiene dudas o reservas? Escríbalas todas abajo. Mantenga sus preguntas ante usted. Debido a que toda verdad es su verdad, ninguna de sus preguntas derrumbará su reino. Amigo mío, incontables personas lo han intentado por cientos de años, y los interrogado res han juntado filas con aquellos que aman a nuestro Señor, o se han desvanecido en la oscuridad.

Segundo, pruebe y vea. Buscar los hechos es beneficioso para la mente, pero su corazón debe también encontrar al único Jesús. Clame en los dos pasajes de Salmos mencionados anteriormente. Si usted es creyente, pídale al Señor Jesús que habite en usted más intensamente, y como nunca antes. Si usted no es creyente, y si su corazón y su mente concuerdan con la realidad y la bondad de Dios, entonces el capítulo 4 le ofrece la oportunidad de tomar una decisión. El apéndice al final de este libro además le da la oportunidad de examinar cuatro principios espirituales conminantes que gobiernan nuestro universo. Permítasenos establecer algo en este recorrido, en la búsqueda del gran descubrimiento de la vida, al amigo que determinará todo sobre usted. Es un placer para mí presentarle al más poderoso Señor y maravilloso compañero que cualquier hombre, mujer o niño ha tenido alguna vez: el único Señor Jesucristo.

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