Esto es lo más importante de todo. De nada vale
la habilidad que tengamos para exponer nuestras teorías: si no concuerdan con
las Escrituras, son inaceptables. ¿De que manera actuó el Espíritu Santo
entre los primeros cristianos del Nuevo Testamento?
En primer lugar hablemos de Jesús. Si alguien hubo en
quien habito el Espíritu Santo, ese alguien fue Jesús. Fue concebido por el
Espíritu Santo, es decir, que su nacimiento físico se produjo por la acción
directa del Espíritu Santo. Fue la encarnación de la Palabra de Dios. Por la
acción del Espíritu Santo, el Unigénito Hijo de Dios, el Verbo Creador, quien
fue desde la eternidad con el Padre, por quien fueron creados los mundos, tomo
sobre si mismo forma humana en alma y cuerpo. Una vez hecho esto, sin embargo,
dejo de lado su poder, es decir, que provisoriamente acepto las limitaciones
de su naturaleza humana (Filipenses 2:7-8). 1 Su cuerpo humano,
si bien perfecto era verdaderamente humano, con todas las limitaciones de un
cuerpo humano. Su alma, su ser psicológico, si bien perfecto, también estaba
sujeto a limitaciones. La Biblia nos dice que "Y Jesús crecía (en su alma)
y en estatura (en su cuerpo) y en gracia para con Dios y los hombres".
(Lucas 2:52.) Se sometió al proceso del crecimiento y del desarrollo como
cualquier niño humano. Lo que en realidad sabemos, a través de las Escrituras,
es que Jesús vivió en Nazaret hasta alcanzar la edad de 30 anos y nadie tenia
la menor idea de que el era Dios encarnado. Aun su propia madre,
Maria, no tenía más que una leve sospecha. ¿Como sabemos esto? Porque cuando
Jesús comenzó su ministerio su madre estaba maravillada y preocupada por el;
ni siquiera sus hermanos y hermanas creían en el. Los habitantes de la aldea
donde se crió, dijeron: ¿Quien se cree que es? Nosotros le conocemos; ¡es el
hijo del carpintero!" Estaban tan indignados que trataron de matarlo
(Mateo 13:54-58; Lucas 4:16-30).
¿Que paso con Jesús en el
lapso transcurrido desde que vivió en la aldea de Nazaret trabajando como carpintero
(probablemente también como albañil y herrero) y el momento en que súbitamente
abandono la aldea y comenzó a proclamar: "; El reino de los cielos se ha
acercado!" y a curar enfermos, y echar fuera demonios, y, aun a resucitar
a los muertos, como prueba de su pretensión de ser el Mesías Rey de Dios? La
respuesta es bien fácil: "Recibió el poder del Espíritu Santo."
Desde el comienzo nació del Espíritu Santo, pero cuando comenzó su ministerio
a la edad de 30 anos, el Espíritu Santo se manifestó en el de una nueva manera.
Leemos en los cuatro evangelios de como Juan
el Bautista vio al Espíritu Santo descender y posarse sobre Jesús. Jesús era,
desde la eternidad, el Unigénito Hijo de Dios, mucho antes de que la multitud a
orillas del Jordán oyera la voz de Dios hablándole desde el cielo y reconociéndole
como Hijo. De la misma manera el Espíritu Santo estaba en Jesús desde el
comienzo de su vida terrenal, mucho antes que Juan
el Bautista lo viera posarse sobre el en forma de paloma. No obstante, y en esta línea de pensamiento, el Espíritu
comenzó a manifestarse, por medio de Jesús, con un nuevo poder. Comenzó su
ministerio. El Espíritu le llevo al desierto para ser tentado del diablo, y
luego de su victoria, leemos: "Y Jesús volvió en el poder del Espíritu
a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor."
(Lucas 4:14.) ¿Por que se demoro hasta este momento la plena manifestación del
Espíritu Santo?
Una de las razones es que de
esa manera Jesús podía vivir una vida normal en Nazaret sin ser detectado
como una Persona especial. El Padre mantuvo a su Hijo oculto, por así
decirlo, hasta el momento apropiado para revelarlo ante el mundo. Pareciera
que el mismo diablo se vio engañado por esto. Satanás lo enfrento recién
después que Jesús fuera revelado en la plena potencia del Espíritu.
Pudiéramos ver en el intento de Herodes de matar a Jesús en su infancia, un
esfuerzo de parte de Satanás de librarse del Hijo de Dios, pero mas bien pareciera
que el príncipe de la oscuridad no se percato de la existencia de Jesús hasta
que fue bautizado en el Espíritu Santo.
Otra razón que explicaría esa demora seria la de que Jesús podría así
mostrarnos, por su ejemplo, lo que habría de ocurrirnos a nosotros. El
bautizante en el Espíritu Santo fue, a su vez, bautizado por el Espíritu Santo.
El Padre le dijo a Juan el
Bautista, que aquel sobre quien viere descender el Espíritu y que reposara
sobre el, habría de ser el que bautizaría con Espíritu Santo. (Juan 1:33.) Bien podría ser que esta fuera la razón
por la cual Juan le dijo a Jesús: "Yo
necesito ser bautizado por ti, ¿y tu vienes a mi?" (Mateo 3:14.)
Si bien es cierto que eso lo dijo Juan
antes de que efectivamente el Espíritu descendiera sobre Jesús, es posible que Juan hubiera percibido proféticamente que Jesús iba
a ser el bautizante en el Espíritu Santo.
Parece que fue practica universal en la iglesia primitiva, el bautismo con
agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o en el nombre de
Jesús -ambas formulas son utilizadas en el Nuevo Testamento- como el
"signo exterior visible" de la "gracia interior del Espíritu",
de la salvación y de la nueva vida en Cristo. Partimos de la base de que quienes
lean este libro y acepten a Cristo, recibirán o habrán recibido el bautismo por
agua a la manera de cada congregación cristiana a la cual pertenezcan, y de
acuerdo y en concordancia con la comprensión de lo que las Escrituras enseñan
al respecto. Pero notemos, sin embargo, que el bautismo con agua es el signo
exterior de un bautismo que nos introduce en Jesús (salvación) (1 Corintios
12:12), pero no el bautismo por Cristo que nos bautiza en el Espíritu Santo
(Pentecostés) (Lucas 3:16). Probablemente sea esta la razón por la cual Jesús mismo nunca bautizo a nadie con agua,
durante su ministerio en la tierra, si bien habrá instruido a sus
discípulos en ese sentido, antes de su crucifixión. Juan
4:1 dice: "Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído
decir: Jesús hace y bautiza mas discípulos que Juan,
(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salio de Judea,
y se fue otra vez a Galilea." Tal vez Jesús se abstuvo de bautizar el
mismo con agua, para dejar claramente sentado que el tenia otro bautismo que
hacer: que el habría de bautizar "en Espíritu Santo".
No hay duda que una de las razones por las cuales los
conversos de Juan siguieron a Jesús
es que ellos habían oído que Jesús tenía otro bautismo para darles. Por la
forma en que Juan había hablado, los
discípulos imaginaban que habría de ser una experiencia maravillosa, y que
esta experiencia seria tan clara y positiva como había sido su bautismo por
agua. Probablemente esperaban que sucediera en cualquier momento, pero
esperaron en vano. Ellos siguieron a Jesús viéndole hacer milagros, sanando a
los enfermos; luego fue crucificado, y resucito de entre los muertos; y hasta
ese momento ¡ninguno había sido bautizado con el Espíritu Santo!
Después que Jesús murió y
resucito, apareció a sus discípulos la misma noche del día en que resucito, y los
invistió de la nueva vida en el Espíritu de lo cual hablamos en el capitulo
primero. (Juan 20:22.)
El Espíritu Santo vino a vivir en ellos, dando vida a sus espíritus: "nacieron
de nuevo del Espíritu", de la misma manera que lo hemos sido nosotros si
hemos aceptado a Jesús como Salvador. Este nuevo nacimiento para
nosotros, corresponde al hecho de que Jesús fue "concebido por el Espíritu
Santo", por lo cual nuestros espíritus nacen de nuevo del Espíritu
Santo. Pero Jesús aun no había ascendido para ocupar su lugar "en lo
alto" con su Padre, por lo que no podía derramar el Espíritu Santo
"sobre toda carne", pero podía -y así lo hizo-, otorgarlo
individualmente para que morara en unos cuantos, que eran sus primeros
escogidos.
Les dijo que habría para ellos una nueva experiencia y que se mantuvieran
a la expectativa. Sus
palabras finales, antes de la ascensión, fueron para recordarles esto.
Si tuviéramos la oportunidad de decir algunas palabras finales a nuestros
amigos y familiares antes de separarnos de ellos por un largo lapso ¡no cabe
duda que escogeríamos cuidadosamente esas palabras! Jesús las eligió bien.
Hasta ese momento su mensaje mas importante habla sido: "debes nacer
otra vez." Pero ahora que sus seguidores ya habían recibido el nuevo
nacimiento les dio la segunda instrucción importantísima: "¡Esperen
hasta recibir el poder!" (Lucas 24:49.)
Jesús les dijo: "Juan
ciertamente bautizo con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días." (Hechos 1:5.) El creyente sigue el
modelo que Jesús ha diseñado. El nuevo nacimiento en el Espíritu
corresponde a lo que en Jesús significo ser concebido por el Espíritu Santo. El
creyente es bautizado con agua, de la misma manera que lo fue Jesús. Después
de esto, dijo Jesús, debemos esperar el bautismo en el Espíritu Santo, recibiendo
el poder del Espíritu, tal cual lo recibió e1.
De manera que estos 120 seguidores de Jesús, que habían nacido de nuevo,
esperaron, según el les ordeno. Alababan a Dios, oraban, iban al templo ¡hasta
tuvieron una asamblea y una elección! (Hechos 1:1526.) No leemos, sin embargo,
que hablaran a nadie sobre Jesús. El poder para hacerlo con efectividad
lo recibirán en el día de Pentecostés.
Jesús les había dicho: "Recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea,
en Samaria, y hasta lo ultimo de la tierra." (Hechos 1:8.) Un
"testigo" es una persona que no solamente ve que sucede algo, sino
que esta dispuesta a declarar que vio cuando tal cosa ocurrió.
Diez días después de, que Jesús los dejo para volver a su Padre, el día
de la fiesta de Pentecostés, la fiesta de las primicias, vino el poder, con
el estruendo de "un viento recio" con llamas como de fuego y los
discípulos "fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en otras lenguas, seguir el Espíritu les daba que hablasen". (Hechos
2:4.) Es importante recordar el hecho de que el Espíritu Santo ya
habitaba en ellos desde que Jesús los invistió de la nueva vida en el Espíritu
en la noche de la
resurrección. Esta nueva vida era el Espíritu Santo unido a
sus espíritus. "El que se une al Señor, un espíritu es con el", (1
Corintios 6:17) dice Pablo, y también dice que: "Si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo, no es de el." (Romanos 8:9.) Ahora,
en la fiesta de Pentecostés, el Padre, por medio del Señor Jesús, ya ascendido
y sentado a su mano derecha, derramo el Espíritu Santo desde "lo
alto" sobre toda carne; es decir, que el nuevo nacimiento, la nueva
vida en Cristo, esta ahora a disposición de todos los que le invoquen. Ha
venido el Espíritu Santo. Dios se ha hecho asequible al hombre de una nueva manera.
"¡El reino de los cielos se ha acercado!" Pero al par que el Espíritu
Santo fue derramado sobre toda la raza humana, también se agito dentro de esos
primeros seguidores -había morado en ellos desde que Jesús los invistió
especialmente en la noche después de la resurrección- y comenzó a fluir de
ellos
No hay duda alguna
que hay cristianos que si bien alegan no haber tenido una "experiencia
como en el pentecostés primitivol", testifican con éxito; ¡pero cuanto mas
eficaces serian de haber recibido la plena emancipación del Espíritu! La evidencia
mas característica del reavivamiento de Pentecostés es el tremendo aumento en
el testimonio cristiano, que ha resultado en una renovación espiritual en todo
el mundo y que desde hace casi cien años va en progresivo aumento.
En formidables manifestaciones de poder. Los anonadó
-eso es lo que quiere decir la Escritura cuando expresa que "cayo sobre
ellos" o "vino sobre ellos "bautizando sus almas y cuerpos
en el poder y en la gloria que ya moraba en sus espíritus. Esta segunda
experiencia, el derramamiento del Espíritu Santo, también les ocurrió a otros
que recibieron a Jesús, pero nuevamente aquí los primeros beneficiarios fueron
los 120 seguidores escogidos. Los hizo desbordar en el mundo en derredor,
inspirándolos para que alabaran y glorificaran a Dios, no solamente en sus
propias lenguas sino en otros lenguajes, y al hacerlo domeño sus lenguas
para su servicio, libero sus espíritus, renovó sus mentes, vivifico sus
cuerpos, y les dio poder para testificar. La multitud que se junto quedo
atónita ante el sonido emitido por estos galileos que hablaban y alababan a
Dios en el idioma de lejanos países. Los que escucharon no eran extranjeros
sino judíos piadosos de todas las naciones. (Hechos 2:5.) Habían venido a su
tierra para el día de la gran fiesta. Miraban asombrados como esta gente
humilde alababa a Dios en idiomas que bien sabían ellos que eran incapaces de
haber aprendido, lenguajes de países donde se habían criado los que
escuchaban, y otras lenguas que no reconocían, "lenguas humanas y
angélicas". (1 Corintios 13:1.)
Algunos se burlaban, diciendo: "! Están borrachos,
eso es todo! Pero Pedro respondió: "¡No, no están borrachos! Después de
todo, ¡son apenas las nueve de la mañana! Pero esto es lo dicho por el profeta
Joel: ... en los postreros días, dice Dios, derramare de mi Espíritu sobre
toda carne." (Hechos 2:1317.) Tan convincentes fueron las señales, que
tres mil de esos "hombres devotos" aceptaron a Jesús como al Mesías,
se arrepintieron de sus pecados, fueron bautizados, y recibieron asimismo, ese
día, el don del Espíritu Santo.
Es raro el hecho de que aun notables eruditos de la
Biblia digan que: "Pentecostés sucedió solo una vez", cuando con toda
claridad el Nuevo Testamento relata varios "pentecosteses". El
próximo tuvo lugar en Samaria.
Los samaritanos formaban el remanente de los israelitas del Reino del Norte.
Ellos y los judíos, el pueblo del Reino de Judea del Sur, estaban en permanente
disputa. Se odiaban a muerte. En Hechos 8 leemos de como Felipe -no el apóstol,
sino uno de los siete nominados para ayudar a los apóstoles (Hechos 6:1-6) fue
a Samaria y les hablo de Jesús a los samaritanos. Era un territorio difícil,
pero los samaritanos escucharon a Felipe, a pesar de ser judío y proclamar un
Mesías judío, porque le vieron hacer las obras de poder que Jesús hizo, y le
oyeron hablar con autoridad, tal como hab1ó Jesús. El Espíritu Santo en Felipe
impresiono a los samaritanos con la verdad y la realidad de lo que estaba diciendo,
y aceptaron a Jesús, nacieron de nuevo del Espíritu y fueron bautizados con
agua. (Hechos 8:5-12.)
Cuando los apóstoles en
Jerusalén oyeron de esta puerta abierta en Samaria, enviaron a Pedro y a Juan para ver que es lo que estaba sucediendo. No
bien llegaron los dos notaron que algo faltaba. El Espíritu Santo no
estaba "cayendo" sobre los nuevos creyentes. Pedro y Juan no dudaron que los samaritanos habían nacido
de nuevo del Espíritu, pero estaban preocupados por el hecho de que el Espíritu
no hubiera "descendido" sobre ellos;
por lo tanto "les imponían las manos y recibían el Espíritu
Santo". (Hechos 8:1-17.) Observemos que Pedro y Juan
esperaban que el Espíritu Santo ya hubiera "descendido" sobre los
conversos samaritanos. Lo cierto es que esta es la primera vez que se menciona la
imposición de manos para recibir el primer llenamiento del Espíritu
Santo o el Bautismo en el Espíritu Santo. Nada se nos dice de imposición de
manos para los 3.000 convertidos en Pentecostés, ni por supuesto, a los 120
primeros. Tampoco dice nada mas adelante el mismo capitulo de imposición de
manos al eunuco etiope. (Hechos 8:27-40.) Hemos de presumir que muchas veces el
derramamiento o bautismo del Espíritu Santo seguía espontáneamente a la
salvación, como ocurrió más tarde con Cornelio, en Cesárea de Filipo. (Hechos
10:44.) Pero en este caso Pedro y Juan
consideraron que era necesaria una imposición de manos para animar a los
samaritanos a recibir el Espíritu Santo. El Espíritu Santo moraba en estos
conversos samaritanos. Estaba listo para inundar sus almas y cuerpos, a
bautizar, a rebasar, pero ellos tenían que responder, que recibir. No
bien lo hicieron, el Espíritu Santo comenzó a exteriorizarse desde ellos
como ocurrió con los primeros creyentes en el día de Pentecostés. Sin duda
alguna exhibieron las mismas señales, hablando en nuevas lenguas y
glorificando a Dios. No lo dice así específicamente la Escritura, pero la
mayoría de los comentaristas concuerdan que eso es lo que ocurrió.
"Les impusieron las
manos para significar con ello que sus oraciones habían sido contestadas y que
les había sido conferido el don del Espíritu Santo; y en base al use de esta
sepan, recibieron el Espíritu Santo y hablaron en lenguas."
Un observador, por lo menos,
quedo hondamente impresionado: Simón; el
hechicero, que había engañado a los habitantes de Samaria por muchos años con
su magia negra. Corrió a Pedro, con oro en sus manos y dijo:
“Yo los haré ricos si me
dicen como hacen estas cosas. ¡Denme ese poder para que a cualquiera a quien yo
le imponga las manos reciba este Espíritu Santo!" (Hechos 8:18-24.) Pedro,
por supuesto, le correspondió a Simón con toda firmeza que el don de Dios no se
podía comprar con dinero, pero aún queda en pie la pregunta: ¿Que fue lo que
vio Simón? Seguramente que hablaban en lenguas, y alababan a Dios de una
manera diferente de la que hacía pocos minutos antes.
Recordemos que cuando Pablo recibió el Espíritu Santo, si
bien se le impusieron las manos, fueron las manos de un desconocido de quien la
Escritura solamente dice que: "Había entonces un discípulo... llamado Ananías..."
(Hechos 9:10.) A pesar de que la Escritura no registra, con respecto a este
hecho, que Pablo hablara en lenguas, sabemos que lo hacia según 1 Corintios
14:18: "Doy gracias a Dios que hablo en lenguas mas que todos vosotros."
El próximo "Pentecostés" relatado en los
Hechos de los Apóstoles, tuvo lugar en la localidad de Cesárea de Filipo, que era un centro de las tropas de ocupación
romanas. En este lugar, un devoto oficial romano, de nombre Cornelio, que creía en Dios de todo su
corazón, recibió la visita de un ángel que le indico pidiera a Pedro -que a la
sazón estaba en Jope, la ultra judía comunidad de la costa- que viniera para
decirle lo que tenia que hacer. (Hechos 10:6.)
Pedro, naturalmente, hubiera deseado no tener que ir y hablarles de Jesús y del bautismo del Espíritu Santo a
los soldados romanos. Hasta ese momento se creía que el nuevo nacimiento y el
bautismo en el Espíritu Santo eran patrimonio exclusivo de los creyentes
judíos. Si un gentil, es decir un no-judío, quería recibir a Cristo y al
Espíritu Santo, previamente tenía que hacerse judío, y someterse a todos los
complicados requerimientos de la ley judía. Sin embargo, el Espíritu Santo hizo
ver con toda claridad a Pedro, por medio de una serie de visiones y de instrucciones directas, que tenía que ir con los
romanos cuando lo invitaran, y así lo hizo. (Hechos 10:223.) Ante el gran
asombro de Pedro, cuando llegó a la casa de Cornelio y comenzó a hablarles de
Jesús a los romanos allí reunidos, respondieron de inmediato. Lo primero
que Pedro y sus compañeros que le habían acompañado vieron y oyeron fue que
estos romanos, llenos de jubilo; ¡hablaban en lenguas y magnificaban a Dios!
(Hechos 10: 24-48.) Habían abierto sus corazones a Jesús, quien les dio nueva
vida en el Espíritu, y de inmediato permitieron que esa nueva vida los llenara y rebosara.
Pedro y sus amigos no salían de su asombro, pero reconocieron de inmediato
que Dios "estaba derramando el don del Espíritu Santo sobre los
gentiles", primero en ocasión de la salvación y luego en el bautismo en
el Espíritu Santo. Por ello es que Pedro dijo: ¿Puede acaso alguno impedir
el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo
también como nosotros?" (Hechos 10:47.) Defendiéndose contra las criticas
dirigidas contra el al volver a Jerusalén por haber bautizado a no-judíos,
Pedro dijo:
"Y cuando comencé a hablar (a los romanos), cayo el Espíritu Santo
sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acorde de lo
dicho por el Señor, cuando dijo: "Juan
ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo." Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros
que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quien era yo que pudiese estorbar a
Dios?" (Hechos 11:1-17.)
Observemos que Pedro habla del don del Espíritu dado a los que creyeron,
clara referencia de que los romanos primero creyeron y luego el Espíritu Santo
cayó sobre ellos.
Transcurrieron 30 años antes de que nuevamente el libro de los Hechos
relatara otro "pentecostés". Tal vez el Espíritu Santo dejó pasar un
lapso tan prolongado para mostrar que estas cosas no mueren. Durante su
segunda visita a Efeso, Pablo recibió
el saludo de un grupo de doce hombres que sostenían ser discípulos. Pablo no se
dio por satisfecho, pues intuía que faltaba algo, y por ello les preguntó: "¿Recibieron
ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron?" (Hechos 19:2.) Nuevamente
constatamos aquí que se espera que la experiencia de la salvación sea seguida
por el bautismo en el Espíritu, pero que los primeros cristianos reconocieron
que podría haber una demora, pues de lo contrario ¿por que se habría molestado
Pablo en formular esa pregunta? Más bien hubiera puesto en tela de juicio su
salvación.
“¡Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo! (Hechos 19:2) replicaron
los efesios. Investigando mas a fondo, Pablo descubrió que no sabían ni de
Jesús, y los guíe para aceptar a Jesús, bautizándolos con agua, y a
continuación leemos: "Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban." (Hechos
19:6.) Nuevamente aquí la distinción es bien clara. Recibieron a Cristo y fueron
bautizados con agua como un signo exterior; luego, estimulados por la
imposición de manos hecha por Pablo, respondieron al Espíritu Santo que vino a
morar en ellos y exteriorizaron su alabanza a Dios en nuevos idiomas, Hebreos
6:12.
Hemos procurado en este
capitulo mostrar el modelo bíblico de lo que el autor de la carta a los Hebreos
llama la "doctrina de bautismos". El apóstol Pablo, en Efesios 4:5
dice que hay "un Señor, una fe, un bautismo", si bien es claro que en
el Nuevo Testamento este "un bautismo" se divide en tres. En
1 Corintios 12:13, Pablo dice: "Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados
en un cuerpo... y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu." Aquí
se refiere al bautismo espiritual en Cristo que tiene lugar en el instante de
aceptar a Jesús como Salvador. Esto era seguido del bautismo con el Espíritu
Santo, en el cual el Espíritu Santo que ahora mora en el creyente se vierte al
exterior para poner de manifiesto a Jesús ante el mundo, por medio de la vida
del creyente. Ya fuera antes o después del bautismo con el Espíritu Santo, en
ambos casos se exigía el signo exterior del bautismo con agua, símbolo de la
limpieza interior efectuada por la sangre de Jesús, la muerte del "viejo
hombre" y la resurrección a una nueva vida en Cristo. ¿A cual de estos tres bautismos se refiere
Pablo cuando habla de “un bautismo”?
Un artista puede mirar un cuadro que esta pintando de
diferentes maneras. Puede mirar para asegurarse que es una composición bien
equilibrada; puede mirar de nuevo para controlar los efectos lumínicos del
reflejo de el sobre el agua o los Árboles; nuevamente lo mira desde otro ángulo
para evaluar la
perspectiva. Hemos estado analizando los diferentes aspectos
de la tarea salvadora de Dios para con el hombre. Es preciso mirar a estas tres
experiencias -la salvación, el bautismo por agua y Pentecostés- separadamente,
separación que la hemos establecido artificialmente, debido a nuestros
pruritos, perdiendo así el panorama general. En la iglesia primitiva las tres
experiencias estaban estrechamente ligadas, pero en el día de hoy no ocurre así
habitualmente.
Habiendo examinado el cuadro de distintas maneras, en el curso de nuestro
estudio, debemos dar un paso atrás y contemplarlo en su totalidad. Pablo dice
que hay "un Señor", y sin embargo la Divinidad es tres en uno: Padre,
Hijo y Espíritu Santo. El hombre es una unidad, si bien esta compuesto por la
trinidad de cuerpo, alma y espíritu. El Cuerpo de Cristo en la tierra es uno,
pero formado por muchos miembros. De modo que cuando Pablo habla de "un
bautismo" pareciera referirse a la acción combinada por la cual Jesucristo
viene a vivir en nosotros, el signo exterior por el cual queda sellada esta
acción, y el derramamiento, del Espíritu Santo a través de nosotros para
ministrar a un mundo perdido.
Nuestra recomendación es que
todo aquel que encuentre difícil entender estas cosas por medio del
razonamiento, trate de experimentar' la realidad de Dios en la plenitud del
Espíritu. La comprensión intelectual vendrá después. Como lo dijo el gran San
Agustín: "Credo ut intelligam", es decir: "Yo creo
para lograr entender."
Lo que sucede generalmente es 1. Aceptar a Jesús (recibir
la salvación, el nuevo nacimiento y la vida eterna) 2. En ese momento el Espíritu Santo viene a
vivir en la persona. 3. Esta persona puede pedir y ser Bautizada en agua. 4. Y luego ser Bautizada con el Espíritu Santo:
Pidiéndolo a Jesús en oración, o con imposición de manos de un cristiano lleno
del Espíritu Santo. Puede recibirlo antes de ser bautizada en agua, pero no
antes de recibir a Cristo.
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