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En un Reino…

EN UN REINO:

En un reino había nacido un príncipe, que desde el principio se notaba que era alguien especial. No había en el mundo un niño así, era el más hermoso y más bueno de las personas que habían habitado en este mundo. En el palacio era admirado por todos por su belleza y bondad tanto que algunos decían que debería ser un ángel o que un ángel había intervenido en su nacimiento. Pero como los ángeles no tienen sexo muchos pensaban que había alguna intervención de Dios en esta situación, guiando cada rasgo tanto se su cuerpo como de su carácter y que un propósito grande tenía Dios con este niño. No solo era hermoso sino que amaba a todos de una manera que asombraba a los que lo conocían en el palacio. Sus padres para preservarlo de cualquier inconveniente lo cuidaban en el castillo y el no salía de allí donde era observado continuamente por diferentes servidores del rey. Lo más maravilloso de este niño es que no había en él maldad, sus palabras de bondad y amor lo mismo que sus acciones, dejaban maravillados a todos los que le escuchaban. Aún amaba a las personas malas y las ayudaba a salir de sus problemas y todos lo querían de una manera sin igual. Todos sabían que podían contar con él para que interceda ante el rey, si eran hallados en alguna falta o tenían alguna necesidad, llámese servidores del rey, cortesanos o soldados que estaban en el castillo o su jardín (muy grande y bello por cierto). El niño ya de 12 años era como una luz que brillaba para todos y todos querían escucharlo ya que los maravillaba con sus palabras llenas de amor y comprensión. Siempre reconciliaba a todos y la atmósfera del castillo era siempre de alegría y paz, pues eso era lo que trasmitía el hermoso príncipe. El se acercaba siempre a la Iglesia que estaba en los jardines del castillo y allí pasaba horas en oración, cuando salía parecía un verdadero ángel ya que su rostro brillaba con el resplandor del cielo. Como su nombre era Ángel (y por lo relatado anteriormente) lo comenzaron a llamar Angelito o “El angelito”.

En el castillo era muy amado y todos hablaban de el y procuraban esta cerca de el porque les hablaba sobre Dios y sobre el Reino de los cielos. Hacía que las personas se arrepientan de sus pecados y les daba consejos que solo podían venir desde el cielo y guiado por el Espíritu Santo. Se comentaba que Dios le hablaba y era El, el que le iluminaba dándole su sabiduría al niño- príncipe. Como la mayor parte del tiempo el pasaba en la capilla del castillo le dieron la ocupación de cuidar la misma y él se encargaba como un capellán de encender las luces, arreglarla, limpiarla y muchas veces daba consejos sabios a los que venían a la capilla a hacer sus oraciones. Aunque el no quería ser (y no era lo suyo) ser un ministro religioso (Pastor) sino que estaba para ayudar en todo y aún oraba por las personas que tanto él amaba, sean hombres y mujeres mayores o niños (a los cual el amaba entrañablemente) y ellos a el. Siempre tenía una sonrisa (tan hermosa como su rostro y como su larga cabellera dorada) por lo que muchos pensaban que en definitiva debería ser un ángel o algo similar. El castillo tenía un inmenso jardín con lagos entre las montañas y como el clima generalmente era frío el niño se destacaba en los deportes invernales sobre todo en patinaje sobre hermosas pistas de hielo y en otros deportes de invierno. Como el no salía de ese inmenso lugar no estaba en contacto con los ciudadanos de las ciudades del reino de su padre y no sabía bien de sus necesidades y problemas. Pero ya teniendo 12 años se acercó a los altos muros que rodeaban la gran área del castillo y con sus profundos ojos verdes grisáceos comenzó a ver a gente necesitada pobre y enferma lo cual le llamó mucho la atención y comenzó a interesarse por ellos y por su situación. Como la mayoría por no decir todos los ciudadanos del reino de su padre no lo conocían pues no había salido nunca de los límites del castillo y sus padre lo habían mantenido oculto solo algunos tenían una vaga idea sobre un niño muy bueno que habitaba en el palacio con el rey pero pensaban que sería tal vez una leyenda o un cuento que algunos habían inventado y no se daba ninguna importancia (ni se comentaba del tema) en el territorio fuera del palacio. Sabiendo esto, el príncipe “Angelito” (porque así lo llamaban) pensó y buscó la manera de irse a vivir en medio de ellos para conocer mejor sus necesidades y poderlos ayudar de una manera más eficaz. Para eso debía dejar sus comodidades del palacio para identificarse como uno más de ellos y procuraría que no se den cuenta que era nada menos que el hijo del rey. Y así lo hizo, en poco tiempo se ganó el afecto y la admiración de todos por sus acciones a favor de los ciudadanos del reino y era imposible no querer a Angelito por el amor que demostraba para todos y lo asombroso era qué aún los delincuentes y bandidos lo amaban y el salía siempre en su defensa, (no sin dejar de aconsejarlos para que cambien de vida y hagan el bien), cosa que muchos lo hacían por no fallarle a este niño que los amaba y ayudaba tanto, y porque sus argumentos eran tan convincentes que muchos cambiaban su forma de vivir. Ellos se sentían amados y protegidos por ese hermoso niño, aunque no sabían de donde provenían sus recursos y como el hacía para poder ayudarlos tanto.

Un día un reino enemigo y todo su ejercito invadió ese reino con la amenaza de matarlos a todos excepto por una condición, que si había alguien dispuesto a morir en lugar de todos los ciudadanos y como usted se imaginará al príncipe Angelito (cuya bondad y amor por su pueblo no tenía límites) se ofreció a morir en lugar de todos los de su pueblo para salvarlos de una muerte segura a todos. El rey enemigo no pensó nunca que alguien se ofreciera a morir en lugar de todos pues quería matarlos pero como el mismo había dicho esto resolvió perdonar a todos y retirar sus tropas y volverse a su tierra.

Esta historia no es nada comparado con lo que hizo el más bello de todos en todo el universo Jesucristo el Rey de Reyes, El dejó el cielo donde era adorado desde la eternidad, nació en un pesebre, no estuvo en ningún castillo y no tenía donde recostar su cabeza, salvó a todos los que vinieron a El, los sanó, los libró de demonios, y finalmente murió en lugar de su pueblo experimentando los dolores ni siquiera imaginados por todos nosotros. A tal grado llegó su amor que renunció a todo para salvarnos muriendo en la cruz para pagar nuestros pecados, El pagó nuestra deuda de pecado, muriendo en nuestro lugar, por lo cual ahora todas las personas pueden ir al cielo eternamente si reciben el regalo de la salvación ofrecido por el Rey de reyes, El nos llamó a su amistad y a su Reino y gloria. Como El resucitó y vive está al lado y dentro de cada cristiano de verdad y nos acompaña y cuida en nuestro peregrinaje al cielo. Lo que El hizo supera ampliamente todo lo anterior y todo lo que alguien pueda imaginar. Solo en la eternidad o cuando estemos con El podremos valorar el inmenso amor que tuvo tiene y tendrá para cada uno de nosotros. Jesucristo es el Héroe máximo que puede existir y al cual debemos imitar, esto es posible porque El y su Espíritu santo vienen cada cristiano verdadero y nos van transformando cada vez más a su semejanza, hasta ser como El en el cielo.

Lo que hizo Jesús por nosotros es para no solo que estemos bien por momentos, sino para llevarnos por toda la eternidad a reinar con El y librarnos de las consecuencias del pecado, hacernos santos y sin mancha y vivir en su palacio y en moradas maravillosas para siempre, donde no hay dolores ni llanto ni enfermedad ni muerte sino que todo es perfecto para siempre.

DEMOSLE GRACIAS A NUESTRO REY JESÚS PORQUE SU AMOR SUPERA TODO CONOCIMIENTO HUMANOS Y VAMOS A SER LLENOS DE TODA LA PLENITUD DE DIOS.

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

(1 Juan 3:2)

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

(Juan 3:16)

Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios...

(1 Pedro 3:18)

Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores.

Ahora bien, casi nadie se ofrecería a morir por una persona honrada, aunque tal vez alguien podría estar dispuesto a dar su vida por una persona extraordinariamente buena.

Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores.

Y, como se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad él nos salvará de la condenación de Dios.

Pues, como nuestra amistad con Dios quedó restablecida por la muerte de su Hijo cuando todavía éramos sus enemigos, con toda seguridad seremos salvos por la vida de su Hijo.

Así que ahora podemos alegrarnos por nuestra nueva y maravillosa relación con Dios gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos hizo amigos de Dios.

(Romanos 5:6-11)

Copyright c 2014 Gustavo Isbert

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